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lunes, 16 de septiembre de 2019

Cumbre en Córdoba: Alberto-Schiaretti, una hora y media a solas entre dudas y promesas



Una hora y media, a solas, en un salón del Holiday Inn. Alberto Fernández y Juan Schiaretti se entregaron a una charla con guiños y promesas que tuvo, como previa, un "beso de la paz" de la misa por José Manuel De la Sota.

El cordobés registró, interpreta un operador del PJ, la "ovación" con que los tres mil militantes que estaban fuera de la Catedral de Córdoba recibieron al candidato presidencial, contracara de la frialdad con que despidieron al gobernador.

Tras la misa, donde se saludaron dos veces, Schiaretti llamó por teléfono al candidato.

- ¿Porqué no charlamos un rato?

- Dale, estoy en el hotel.

En el lenguaje brutal de los gestos, el candidato presidencial ganó un pulseo íntimo y simbólico: en la previa, no se programó ninguna reunión porque el gobernador quería que le pidan una audiencia y Fernández pretendía una invitación.

Y al final Schiaretti, jefe provincial, aceptó ser visitante. Se acercó al hotel donde está alojado Alberto F., escoltado por figuras que tuvieron en estos meses tensiones explícitas con el gobernador cordobés, en particular Sergio Massa y el senador Carlos Caserio.

Otro detalle: apenas bajó del avión, Fernández dio una entrevista a La Voz del Interior donde toreó al gobernador, dijo que no lo necesitaba para ganar pero, sobre todo, lo incomodó con un dilema: "no es lo mismo el país de Macri que el que propone el peronismo".


Fernández salió conforme de la charla con Schiaretti y cenó con Massa, Caserio, Eduardo "Wado" De Pedro, Santiago Cafiero, el diputado Raúl Pérez, Miguel Cuberos y el vocero Juan Pablo Biondi. Comieron pizzas y chivitos.

En la sobremesa, Fernández contó que habían tenido una conversación franca y que sin que él se lo pida, Schiaretti le prometió hacer un gesto público de acercamiento, una especie de respaldo a la candidatura de Fernández. "Veremos", dijo alguien, dubitativo.

"Yo no puedo cambiar mi posición, así como así", le dijo el cordobés pero le anticipó que, de a poco, se mostrará un respaldo más intenso. "Te voy a terminar apoyando pero no esperes que salga hoy a hacer una conferencia de prensa", contó Fernández que le dijo Schiaretti.

Rodeado, cuando iba por su segundo vaso de Pritty, expresó una duda: "No lo entiendo al Gringo: cuando hablamos de lo que queremos, coincidimos en lo que tenemos que hacer, no tenemos diferencias de modelo. Entonces no sé porqué sigue en esa postura".

Los comensales se arrebataron con la respuesta obvia: apuntaron a la cercanía del gobernador con Mauricio Macri, un vínculo histórico.

Antes de irse, el gobernador charló en el lobby con Massa, Caserio y, entre otros, Rodrigo Rufeil, intendente de La Calera, uno de los alcaldes que primero respaldó a Fernández y gira en la ruleta del post schiarettismo con Martín Llaryora, Natalia De la Sota y Martín Gil, entre otros.

Del mano a mano trascendieron, según reconstruyó Clarín, dos cláusulas -no escritas- para la convivencia hasta el 27 de octubre. Una: que, aún manteniendo la "boleta corta", Schiaretti liberará al PJ cordobés a hacer albertismo explícito. "Sin las presiones que hubo hasta ahora", agregó un operador.

Dos: que el Frente de Todos (FdT) y por Córdoba (HpC), el sello de Schiaretti, evitarán los cruces para apostar a quedarse, por separado, con cinco de los nueve diputados nacionales que se ponen en juego en octubre: tres el FdT; dos para Hacemos.

Si se repite el score del 11-A, Juntos para el Cambio se quedaría con 5 bancas. El panperonismo quiere revertir ese resultado y que la cosecha cambiemita se reduzca a cuatro, una matemática que tiene un plus: quedaría afuera Luis Juez, una figura urticante para todos los peronismos.


Fuente: Clarin.com

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